«El bar que se tragó a todos los españoles»: una oda a la libertad y a la vida

Carmen Díaz. Desde el pasado 12 de febrero, y hasta el 4 de abril, se puede disfrutar en el Teatro Valle-Inclán de Madrid de la nueva comedia escrita y dirigida por Alfredo Sanzol: El bar que se tragó a todos los españoles. Aunque con grandes dosis de ficción, también cuenta con tintes biográficos basados en la vida del propio padre del autor de obras tan reconocidas como La ternura. Como una forma de homenajearle, la trama nos cuenta la historia de Jorge Arizmendi, un cura navarro que, tras cumplir 33 años, decide dejar el sacerdocio, pedir la dispensa e irse a Estados Unidos a aprender inglés y marketing. Tras este viaje, la vida de Jorge cambiará radicalmente.

Con todas las entradas agotadas para las funciones que restan, estamos ante la primera propuesta del reputado dramaturgo como actual director del Centro Dramático Nacional y, la verdad, el resultado ha sido brillante. Rodeado de un equipo de grandes profesionales, Sanzol nos brinda una obra que es una maravilla la mires por donde la mires: desde la escenografía y el vestuario, diseño de Alejandro Andújar y que representan a la perfección las diferentes épocas y lugares en los que transcurre la historia; la música, obra de Fernando Velázquez; un movimiento escénico impecable a cargo de Amaya Galeote y, por supuesto, un texto que combina a la perfección el característico humor de Sanzol con mensajes lapidarios que hacen reflexionar al espectador hasta el último momento de la obra. En torno a unos 50 personajes se dan vida en un espacio común tan conocido para los españoles, un bar, el cual cambia y se adapta según la localización, y época, en la que nos encontramos; en función de dónde transcurre la historia (Pamplona, Orange, Madrid, Roma…).

Nueve actores son los encargados de interpretar a los personajes y todos están de sobresaliente: desde Natalia Huarte, dando vida al personaje de Carmen, o David Lorente en sus personajes de cura o Txistorro; pasando por el resto del elenco formado por Elena González, Nuria Mencía, Albert Ribalta, Jesús Noguero, Jimmy Roca y Camila Viyuela. A un reparto de excepción que saca adelante un trabajo coral al que no se le puede poner ningún pero, destaca el trabajo del gran Francesco Carril, actor que está presente durante las tres horas que dura la función y cuya interpretación es inmejorable. Respaldado por sus compañeros de escena, Carril nos regala momentos interpretativos que son auténticas joyas, sobre todo a partir de la segunda parte del montaje.

Son tres horas, sí, pero la historia te atrapa de lleno y no sólo no te das cuenta del paso del tiempo, sino que no quieres que se acabe. A los momentos cómicos del texto, se suman también momentos de reflexión relacionados con acontecimientos históricos de un pasado del que aún podemos sentir las heridas no cicatrizadas y, sobre todo, acerca del libre albedrío del ser humano y su capacidad para decidir acerca del rumbo de su vida y de las posibilidades que ésta ofrece. No hay que olvidar que, tal y como se recuerda en esta maravillosa obra de arte: “La vida está para vivirla, la muerte para morir”. La función concluyó con prácticamente todo el público en pie y, la verdad, el trabajo de sobresaliente que rodea a cada uno de los aspectos de la obra no era para menos.

El bar que se tragó a todos los españoles se representa en el Teatro Valle-Inclán, Calle de Valencia 1, de Madrid, de martes a domingo a las 19:00 horas, hasta el 4 de abril.

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