¿Quién no ha tenido alguna vez el típico jefe con aires de grandeza, que no es capaz de ver más allá de sí mismo? Por desgracia, seguramente todos, pero este perfil tiene las horas contadas en la obra “El jefe”.
Tras el éxito de “Espinete no existe”, Eduardo Aldán presenta esta obra que escribe, dirige y en la que actúa, acompañado de un maravilloso Israel Criado. Ambos conforman un buen tándem que transmite química y altas dosis de comicidad.
El jefe de una gran empresa de chocolate adicto al trabajo y con un ritmo de vida estresante, se ve obligado, por una serie de desafortunadas coincidencias, a pasar la noche de fin de año encerrado en su despacho con un empleado al que acaba de despedir.
Como si de un cuento de navidad se tratase, esta fábula pone sobre las tablas la incómoda situación entre el jefe y su ya ex empelado, desde una vertiente cómica, pero sin perder de vista el lado emocional.
Una comedia de situación que arranca fuerte y a la que no le faltan buenos golpes de humor e ironía. Las situaciones disparatadas se van sucediendo, tanto que llegado un punto no sé sabe muy bien si los actores han olvidado el texto o todo es parte de una supuesta improvisación.
La obra se acerca a temas como las desigualdades sociales o la precariedad laboral, pero quedan desdibujados y no llegan a resolverse bien.
En definitiva, una mirada al pasado con sabor a chocolate que impregnará de risas el patio de butacas con un toque emotivo y melancólico. Una apuesta divertida y entretenida que se podrá ver en el Teatro Capitol Gran Vía Madrid hasta el 1 de agosto.