Sobre el escenario hay un barco llamado Peter Pan y una mujer, Marina, dispuesta a pasar ocho días navegando para cruzar el Estrecho y arrojar las cenizas de su difunto marido a Tánger, tal y como él le pidió antes de morir. Su relación, su amor, su vida y sobre todo sus mayores temores van con Marina allá donde va, subida a ese barco, enfrentándose a la vida, a una vida sin una pareja que no solo era su acompañante, era su piloto. Y es que la protagonista de esta historia siempre ha sido la secundaria de su propia vida, la copiloto, la que no consigue llevar sus propias riendas. Pero ha llegado el momento de enfrentarse sola, de coger el timón y luchar contra sus mayores temores y fantasmas. Es difícil que el espectador no se sienta identificado con la protagonista de «El síndrome del copiloto» porque… ¿Quién no ha sentido alguna vez que no es el protagonista de su propia vida? ¿Quién no ha sentido alguna vez miedo a estar solo? ¿Quién no ha pasado por un duelo, una ruptura o una pérdida de algún tipo? Esta historia comienza tímida y sutil hasta que poco a poco va calando en el espectador hasta meterle de lleno, haciéndole empatizar con una mujer muerta de miedo pero a la vez enormemente valiente y luchadora.
Los Teatros del Canal acogen en la sala verde esta obra dirigida y escrita por Vanessa Montfort que ha adaptado de su libro «Mujeres que compran flores» con el que logró un gran éxito de ventas. Está protagonizada por Cuca Escribano y Miguel Ángel Muñoz que logran hacer un equipo perfecto interpretando con gran naturalidad un guion inteligente, sencillo, emocionante y abrumador por momentos. Pero hay otro protagonista innegable en esta obra y es el Peter Pan. Un barco sobre el escenario que no para de balancearse, de navegar sobre los más oscuros temores de Marina, sobre un mar de telas. Impresionante lo realista que resulta una aparentemente sencilla estructura de madera con velas, camarote y mástiles que se mueve ligeramente sobre la marea o de manera brusca ante una tormenta. Un impresionante trabajo de escenografía de Estudio Dedos, Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán que junto a la iluminación de Valentín Álvarez logran crear un ambiente realista pero a la vez onírico y metafórico.
«El síndrome del copiloto» es una gran aventura marítima, heredera del espíritu de obras como «El viejo y el mar», «La Odisea» y “Cinco horas con Mario” y que quiere mostrar en parte, esa lucha de la generación actual de mujeres que viven con la presión de ser la mujer perfecta. Y es que la protagonista de esta historia, lleva toda su vida intentando ser la mujer ideal, fiel, comprensiva, generosa que siempre quiere contentar los deseos de su marido. Pero, ¿qué pasa cuándo él ya no está? Esta aventura marina es la metáfora perfecta de la pérdida, la lucha contra nuestros miedos, la valentía de salir a flote ante cualquier pérdida y la entereza de ser capaz de coger las riendas de su propia vida y darse cuenta que no hay mejor compañía que la de nosotros mismos. Y que la mayor felicidad está en uno mismo porque, ¿qué pasa cuando tu felicidad depende única y exclusivamente de ti? «El síndrome del copiloto» da muchas respuestas a estas preguntas. Una obra preciosa, emocionante y sorprendente, un viaje en el que merece la pena embarcarse y dejarse mecer por sus olas.
«El síndrome del copiloto» se representa en los Teatros del Canal hasta el 24 de abril.