El escenario es revelador. El suelo es una tarima que parece un ajedrez gigante, escalado a talla humana. En ese tablero es donde –durante las próximas dos horas– la tensión, el silencio y la incomodidad serán las piezas protagonistas. Los peones son los integrantes de una familia inglesa que se irá moviendo en distintas direcciones mientras se descubre ante el público hasta quedarse completamente vacíos.
Esta vez es el actor, dramaturgo y director de teatro argentino Daniel Veronese quien devuelve “Retorno al hogar”, la pieza original del dramaturgo británico Harold Pinter (1930-2008), a las tablas, en el Teatro Fernán Gómez. Casi 60 años después de su primera presentación en 1965, la obra conserva intacta su exagerada capacidad provocativa.
Un padre de familia –viudo desde hace años–, convive con su hermano y dos de sus hijos, ya adultos. Pero la rígida jerarquía establecida en esa casa se desestabiliza con la llegada del hijo mayor (el único exitoso e intelectual) y su esposa, Ruth.
El reencuentro, acorralado constantemente por un ambiente denso y asfixiante, sirve para volver a poner sobre la mesa la verdad más pura que entrañan sus relaciones; entre padre hijo, hermanos y, sobre todo, de cara a las mujeres. Los desprecios y las envidias y el abuso de poder crónico que acaba controlando siempre cualquier estructura social, también –o sobre todo– la familia.
Lo que al principio parece una hipérbole lejana de lo que podría ser real, factible, se va tornando poco a poco en algo muy oscuro que ahoga progresivamente con cada palabra y movimiento sobre el escenario. Es precisamente la demostración de que la moralidad es lo primero que desaparece en el juego lo que desconcierta. Su crudeza es la que deja un largo poso de miedo y desasosiego.
En palabras del propio Veronese, encargado de la adaptación, lo define como: “Un clan movilizado por la envidia y el desprecio mutuo recrea este hipnótico juego de infidelidad, abuso y proxenetismo. Algo incomprensible e inaceptable pero revestido de cotidianeidad, sobreviviendo a fuerza de una moralidad particular, a fuerza de instinto. Instinto de sobrevivir, de ostentar poder”.
Una obra protagonizado por los actores Alfonso Lara, Miguel Rellán, Fran Perea, David Castillo, Juan Carlos Vellido y Silma López y producida por PRODUCCIONES TEATRALES CONTEMPORÁNEAS, S.L.